ÁFRICA SUBSAHARIANA

1. INTRODUCCIÓN

En los países occidentales la mayor parte de las personas conoce poco sobre África subsahariana. Además, las escasas fuentes de información que tenemos, provienen de fuera de África. Para los nacidos antes de los años 70, ¿qué es lo primero que nos viene a la cabeza cuando escuchamos la palabra África? Seguramente pensamos en Tarzán con sus porteadores que de vez en cuando se despeñan gritando escandalosamente, en las aventuras del cazador Allan Quatermain, en los impresionantes paisajes de Memorias de África acompañados por música sinfónica, en la teniente Ripley rodeada de gorilas en la niebla, en escenarios de rallyes y competiciones de "aventura". También en niños con la tripa hinchada y moscas en las comisuras de los labios, en adolescentes exhibiendo orgullosos su Kalashnikov, en horribles matanzas tribales, en tierra reseca y cuarteada.

África es mucho más. Se trata de un continente enorme, treinta millones de kilómetros cuadrados, sesenta veces la superficie de España, con cientos de etnias diferentes. Entender la historia de África es más difícil que conocer la historia de Europa, ya que los testimonios escritos son escasos. La cultura africana tradicional ha sido transmitida oralmente de padres a hijos, dificultando su divulgación a otros pueblo. Gran parte de las culturas africanas permanece intacta e incomprendida para la mayoría de los no africanos, o ha desaparecido. El ser humano tiene la costumbre de rodear con magia y misticismo aquello que no conoce. Por eso África está llena de magia.

En África hay cientos de grupos étnicos diferentes. Cada grupo tiene características diferentes a los demás, en función de la lengua, costumbres, historia, religión e incluso rasgos físicos. Eso no significa que cada grupo sea completamente independiente. Podemos establecer las diferencias, en función de lo que nos guste complicarnos la vida. Empecemos por lo más visible, los rasgos físicos. Al norte del Sahara, la mayoría de las personas tiene piel blanca. Al sur del Sahara, la mayoría de las personas tiene la piel oscura. Dentro del grupo de las personas que tienen la piel clara y por citar un ejemplo, los bereberes de la Cabilia argelina tienen los ojos más claros que los árabes de Egipto. Por otra parte, los Wolof de Senegal son más corpulentos que los Pigmeos de Camerún. Establecer diferencias entre seres humanos en función del color de la piel, tiene la misma validez que establecerlas en función de la altura o del color de los ojos.

Otro tanto podemos decir en cuanto al idioma. Existen más de diez mil lenguas, pertenecientes a cuatro grandes familias: Níger-kordofaniana, khoisana, afroasiática y nilo-sahariana. Los Songhai de Mali hablan una lengua que está en relación con la de los Masai de Kenia, ambas son nilo-saharianas. Si viajásemos por tierra entre esos dos países recorriendo cerca de 4000 kilómetros, comprobaríamos que en el norte de Nigeria, los Hausa hablan una lengua afroasiática, los Runga del norte de la República Centroafricana hablan una lengua nilo-sahariana, y los Langi de Uganda hablan una lengua de origen níger-kordofaniana.

Sería pueril decir que en África la vida era fácil y sencilla antes de la llegada de los europeos, ya que siempre ha habido luchas entre diferentes grupos étnicos. Pero la ignorancia de los colonizadores sobre la realidad africana, agravó en muchos casos la situación, y rompió equilibrios logrados tras siglos de convivencia y confrontación. Un ejemplo claro y conocido es la guerra que sacudió Ruanda y Burundi en 1994. Para comprender el conflicto, debemos remontarnos al siglo XVII, cuando los Tutsi, aún siendo minoría, comenzaron a dominar a los Hutu, estableciendo una organización muy disciplinada. Los europeos que llegaron a Ruanda a principios del siglo XX, decidieron aprovechar esa situación para controlar el país. Se aliaron con los Tutsi, y los fortalecieron. En los años sesenta, el país logró la independencia, y se estableció un sistema democrático en el que cada persona podía votar a quien quisiese, con independencia de si era Hutu o Tutsi. A partir de ese momento, los cambios de poder han sido acompañados por violentas represiones.

Conocer África es importante, no solo para evitar que todo eso se repita en el futuro, sino también para entender nuestro pasado. No en vano, los restos humanos más antiguos se han encontrado en África. Leakey realizó en 1984 uno de los hallazgos de fósiles más importantes del siglo XX. En las orillas del Lago Turkana, Kenia, descubrió los restos del esqueleto de un joven que vivió allí hace mas de un millón de años, y que pertenecía al género de hombre primitivo que ahora conocemos como Homo Erectus. Se cree que los primeros humanos se expandieron desde África hacia todos los continentes.

2. HÁBITAT

La sociedad rural del África subsahariana tiene como base la familia, que comprende todos los descendientes de un ancestro, al que veneran como a un dios. La familia puede llegar a ser muy numerosa y convertirse en un clan. La alianza de varios clanes forma una tribu. La autoridad es ejercida por el descendiente más anciano del ancestro, que para tomar decisiones importantes consulta al consejo, formado por personas de experiencia.

El poblado puede estar formado por una o varias familias. La distribución de las casas en los poblados no responde a ningún plan establecido, sino que varía según las circunstancias geográficas y climáticas del entorno. Los Kirdi del Camerún construyen sus casas entre las rocas, para no ocupar el poco terreno del que disponen para cultivar el mijo. También influyen las disputas entre los diferentes grupos étnicos. A finales del siglo XV, los dogón de Mali se establecieron en la falla de Bandiagara, una zona escarpada de difícil acceso, para protegerse de sus enemigos los mossi.

El tipo de casa también está en función de la actividad principal de los habitantes. Aquellos que se dedican a la pesca o a la agricultura, construyen poblados más estables y emplean materiales más consistentes que aquellos que se dedican al pastoreo itinerante o a la caza.

Los materiales que se utilizan para construir las casas, también varían en función de las circunstancias.

Casa Senufo

En las sabanas húmedas, los senufo de Costa de Marfil construyen las paredes de sus casas de planta circular con una estructura de palos y hojas cubierta de barro, y el techo cónico con paja.

En el bosque tropical se utilizan mucho las fibras vegetales trenzadas. Los pastores nómadas utilizan materiales fácilmente desmontables y ligeros, como esteras y pieles. Los masai de Kenia recubren los techos de sus casas con estiércol de vaca.

Los lobi de Burkina Faso viven en unas casas de barro llamadas sukalas, que parecen pequeños castillos. Su interior es como una cueva, y en ocasiones el suelo está a un nivel más bajo que el exterior. Las mujeres hacen fuego y cocinan en el interior.
Interior de una sukala Lobi, en Burkina Fasso El humo, que llena las habitaciones de una atmósfera fantasmagórica e impresionante, escapa por unas aberturas practicadas en el techo, al que se puede acceder subiendo por unas hermosísimas escaleras con peldaños talladas en troncos de madera, que mediante la acción de los humos y los vapores de la comida adquieren una pátina natural de gran belleza.

El techo se soporta con vigas de madera que descansan en troncos con forma de horquilla. El granero ocupa el centro del sukala.

La planta de la vivienda dogón tradicional es antropomorfa. La cabeza está representada por un espacio circular donde se encuentra la cocina. El vientre y el tronco están representados por un recinto rectangular donde se come y se duerme. Los brazos están representados por dos pequeños recintos también rectangulares donde se guarda el grano. Las piernas están representadas por un pequeño vestíbulo transversal. Las puertas de los dogón son un buen ejemplo de su gusto por decorar objetos de uso doméstico con figuraciones artísticas y variadas. Contienen rasgos esenciales de la cosmología dogón, tanto en forma animal como humana. Destaca también la cerradura, que no es simplemente decorativa. Cuenta con un mecanismo interior accionado por una llave. En ocasiones tiene como motivo principal de embellecimiento la pareja de los ancestros.

Puerta Bambara con cerradura tallada en madera

Aparte de la población rural que vive en poblados, no debemos olvidar que, en algunos momentos de la historia africana, han surgido y desaparecido estados o imperios con fronteras más o menos delimitadas que han creado ciudades, notables construcciones defensivas, y edificios destinados al culto. Por ejemplo, en el siglo IV, el rey de Etiopía se convirtió al cristianismo y comenzó a construir iglesias, algunas de ellas talladas en roca.

A mediados del siglo X floreció el llamado imperio de Ghana en un territorio que actualmente ocupa el sureste de Mauritania y el oeste de Mali. Este imperio estaba gobernado por un tounka, palabra que significa rey en la lengua sarakolé. El tounka vivía en un castillo edificado con piedras, y tenía gobernadores en sitios más importantes del país, que se ocupaban de cobrar impuestos. Organizó un poderoso ejército, compuesto por arqueros y jinetes. A pesar de ser animista, permitió a los comerciantes musulmanes la construcción de mezquitas.

Durante los siglos XIII y XIV, el imperio de Mali se extendía desde la ciudad de Gao hasta la costa atlántica. Su capital estaba en la ciudad de Mali, que ya no existe. En esa época se construyeron edificios muy importantes, como las mezquitas de Sankoré y Djenguereber en Tombuctú, y la gran mezquita de Djené. Estas tres mezquitas permanecen en pie. Ambas ciudades son Sitios del Patrimonio Mundial de la UNESCO. La capital de la actual República de Mali, Bamako, no comenzó a crecer hasta principios del siglo XX, después de la construcción del ferrocarril que la unía con Kayes, al oeste del país.

Al imperio de Mali le sucedió el imperio Sonraï. Sus reyes, los Askia, establecieron su capital en Gao, y mandaron construir una gran mezquita que se conserva en parte.

Estos son solo algunos de los muchos imperios que se han sucedido en la historia del África subsahariana, en los que se formaron ciudades y se construyeron grandes edificios.

Una de las consecuencias de la colonización europea en África, fue la proliferación de ciudades más o menos grandes. Cada vez es mayor el número de personas que vive en ciudades.

Las cosas también han cambiado mucho en todo lo referente a los utensilios domésticos. Actualmente, incluso en los sitios más recónditos, cada vez se ven más cacharros de plástico o metal de fabricación china. Tradicionalmente, la afición de los africanos por las cosas bellas no se limitaba a las esculturas, máscaras y demás objetos rituales. También se manifestaba en objetos de uso cotidiano.

Taburete Nieleny

El asiento es el elemento más importante del mobiliario africano. Cada etnia tiene un tipo diferente de asiento. El taburete identifica a su portador con su grupo. Dentro de cada grupo, la calidad del asiento está en relación con la categoría de su propietario. En algunos países, un hombre sin taburete es un hombre sin dignidad. No se presta nunca, y cuando está desocupado se coloca de lado, para que nadie que no sea su propietario lo utilice. A principios del siglo XX, los británicos se apropiaron del taburete del rey de los ashanti, en Ghana. De esta forma provocaron una guerra que ganaron, aunque los ashanti se las arreglaron para recuperar su taburete.

Las mujeres de la etnia luba de la República Democrática del Congo, utilizaban durante la noche hermosos reposacabezas para proteger sus complicados peinados.

Morteros Los morteros con los que las mujeres muelen el grano suelen ser lisos, pero a veces se decoran con motivos geométricos o figurativos.

El escritor de Mali Amadou Hampâte Bâ contaba sobre su infancia, transcurrida a principios del siglo XX: "Tomábamos nuestras comidas en dos grupos separados, el de los hombres y el de las mujeres. Los huéspedes importantes eran servidos aparte, excepto si manifestaban su deseo de comer con todo el mundo". Todos utilizaban los dedos de la mano derecha para comer. Es una costumbre que mantiene la mayoría de los africanos, sobre todo en los poblados. El uso de las cucharas no es corriente, se limita a ceremonias en las que la mujer muestra su hospitalidad y generosidad, dos de los valores más apreciados por los africanos.

3. VESTIMENTA

La primitiva vestimenta de rafia dejó de utilizarse cuando los árabes introdujeron el algodón, que está siendo sustituido por materiales más cómodos y resistentes fabricados fuera de África.

Tradicionalmente, los tejidos se utilizaban en África como adorno y como símbolo de ostentación. En general, eran concebidos más para ser vistos que para abrigar. Sin embargo, las costumbres son diferentes según el sitio, y evolucionan con el tiempo. Allí donde la influencia islámica es más intensa, se utilizan prendas amplias que cubren todo el cuerpo. Los animistas en cambio llevan menos ropa. Por ejemplo, las mujeres de la etnia kirdi del Chad, solamente cubren sus partes íntimas inferiores con un taparrabos fabricado con tubos de metal. Las mujeres de etnias tan distantes como los magbetu, del antiguo Zaire, y las lobi, de Burkina Faso, se cubrían con taparrabos trenzados con materias vegetales.

La fibra textil más empleada en el África subsahariana es el algodón. La lana se encuentra únicamente en los límites del Sahara, y rafia en África central.

La seda era utilizada por los reyes akan, de Ghana y Costa de Marfil.

Artesano de Korhogó, en Costa de Marfil Actualmente, la ropa tradicional se sigue trabajando con telares de madera cuya mecánica no ha variado en cientos de años. Utilizando técnicas lentas, incómodas y elementales, consiguen unos resultados notables. Las bobinas, también de madera, están artísticamente talladas. Bobina Mossi, de Burkina Fasso

La decoración de la tela puede hacerse variando el color de los hilos, método que emplean los artesanos hausa de la ciudad de Kano, en Nigeria. El resultado es un diseño geométrico.

Artesano de Korhogó pintando un tapiz Los senufo de Costa de Marfil, en cambio, primero tejen tiras de unos 15 centímetros de ancho, las cosen entre sí con hilo, y luego las pintan.

Obtienen la pintura de jugos de plantas diluidos en agua, secados al sol y a veces mezclados con barro. El colorante más empleado es el índigo. Jean Bardot, que viajó a finales del siglo XVII por Ghana cuando esa zona recibía el nombre de Costa del Oro, relataba que las mujeres recogían las hojas de un matorral, las machacaban en grandes morteros, y hacían bolas que dejaban secar al sol. A continuación rompían las bolas mezclándolas con ceniza y agua. El producto que goteaba se secaba de nuevo, y sólo la costra superficial servía de tinte. Además del índigo, se utilizaban otros pigmentos para obtener el negro, el amarillo y el rojo. El color castaño se conseguía con la nuez de cola.

Tapiz moderno

La impresión del color también se puede obtener sumergiendo la tela en diferentes productos. El resultado recibe el nombre de batik, y es típico de Mali y Burkina Faso. Se empieza tiñendo el tejido de un color determinado. Luego, con cera o barro se delimita la ornamentación, y se aplica sosa cáustica o algún producto similar que actúa sobre las partes desprotegidas obteniendo el consiguiente contraste.

4. MÚSICA

En África, la música está por todos sitios. Incluso en ausencia de instrumentos, el canto y el batir de las palmas anima las actividades diarias. El desarrollo de la música no tiene porqué estar relacionado con el desarrollo de otras manifestaciones culturales. Por ejemplo, los pigmeos del norte de la República Democrática del Congo, antiguo Zaire, que viven todavía en gran parte de la caza y la recolección, son famosos por la belleza de sus cantos polifónicos.

Al igual que otros objetos como los taburetes, la fabricación de los instrumentos difiere dependiendo de la etnia y del uso al que se destinen. Algunos instrumentos se usan en rituales, otros se utilizan para comunicarse, otros simplemente con fines lúdicos.

Los instrumentos musicales africanos más conocidos son los de percusión. Los tambores tradicionales son cilíndricos, y están tallados en un solo bloque de madera, generalmente decorada con relieves. El parche es de piel de cabra, y se tensa con cuerda de rafia. Son bastante altos, y se tocan de pie, con las manos. La base del tambor puede estar decorada con una figura humana o animal.

Los instrumentos de percusión de ranura también están tallados en un solo bloque de madera, y se tocan golpeándolos con unos palos. A veces, de la misma madera que el resto del tambor se tallaban salientes a modo de patas, cabeza o cola, imitando la forma de un animal. Es el caso de los tambores que fabricaban los lobala, en el antiguo Zaire. Los utilizaban para transmitir mensajes de un pueblo a otro.

El balafón es uno de los instrumentos africanos más antiguos que se conoce. El armazón se hace con madera y cuerda. Las tablillas, que se golpean con palos cuya punta es de caucho, son de diferentes tamaños, y por debajo unas calabazas hacen de caja de resonancia, proporcionando un sonido muy dulce. Pueden verse balafones por todo el continente africano. Algunos de los mejores se siguen fabricando en Kénédougou, al sur de Mali. El número de tablillas varía de quince a treinta. Los más comunes son los de veinte tablillas. Cada etnia utiliza una escala diferente, que reproduce los timbres y las tonalidades de cada lengua. En Sudáfrica, algunas tablillas llegan a tener hasta un metro de largo, y los balafones son tan grandes, que hace falta cuatro personas para tocarlos.

Músico del grupo Mougnou Percussion, de Burkina Fasso, tocando el djembé. El instrumento de percusión africano moderno más conocido es el djembé (pronunciado yembé). Cada djembé está tallado a mano en una sola pieza de madera, y decorado con relieves geométricos o figurativos. El parche es de piel de cabra común africana, y está tensado por una sola cuerda entrelazada de gran resistencia. Los aros son de hierro. La madera más utilizada es la afzelia lingue o afzelia africana, una especie que abunda en África Occidental. Sólo se cortan árboles viejos y secos que ya no dan fruto. Así se evita la deforestación y que la madera se agriete al secarse.

El tamaní está tallado en una sola pieza de madera en forma cilíndrica y más estrecha en el centro. En cada uno de los dos extremos hay un parche hecho con piel de cabra. Ambos parches están unidos por cuerdas, de forma que según se tensen más o menos, el sonido es más o menos agudo. El tanamí se coloca en la axila para regular el sonido con la presión del brazo, y se toca con un palo curvado. Este instrumento también se conoce como "talking drum" o tambor parlante, por la facultad que tiene el músico de hacerle "hablar".

La kora está hecha con media calabaza forrada con piel de cabra, que hace las funciones de caja de resonancia, atravesada por tres palos. Los dos más cortos sirven para sujetar el instrumento con las dos manos, y el tercero, central y más largo, tensa las veinte cuerdas, que están separadas de la calabaza por una pieza de madera.

La influencia de África en la música occidental comenzó con la llegada de los primeros esclavos a América, que durante años utilizaron sus cantos como una expresión de lamento y de protesta, incomprensible para sus amos blancos y por tanto irreprimible. Con el paso de los años, llegó la libertad, y con ella nuevos estilos musicales, que eran reflejo o expresión del estado de ánimo de las personas de origen africano, influenciado a su vez por estilos occidentales.

La música tradicional africana influyó enormemente en la música occidental. Ahora, esa influencia regresa como un boomerang a África, dando lugar a estilos sorprendentes.

Si quiere oir un fragmento de música tradicional africana, por favor pinche AQUÍ.

5. SUPERVIVENCIA

Las armas para cazar o para luchar han existido en África desde los tiempos más remotos. Las más antiguas que conocemos son los puñales de sílex.

Actualmente, las armas tradicionales han perdido su utilidad práctica en casi todo el continente africano. Su función la desempeñan ahora medios mecánicos más contundentes y efectivos fabricados fuera de África. Las armas tradicionales han evolucionado hasta convertirse en símbolos de prestigio o en atributos reales.

El mineral de hierro es abundante en todo el continente africano, y su extracción no es costosa, ya que se encuentra en la superficie. Eso contribuyó a la fabricación de armas tradicionales de metal a partir del siglo VI a. de C. Las técnicas de los herreros han variado poco hasta ahora. En zonas rurales, todavía se utilizan hornos tradicionales. Consisten en agujeros en el suelo, o pequeñas construcciones redondas donde se superponen capas de mineral y de carbón.

Fuelle de herrero en el norte de Mali Los fuelles, tallados en madera y con dos tubos de metal que se introducen entre las brasas, aseguran la ventilación necesaria para mantener el fuego durante varios días. A continuación, la masa de hierro, mezclada con escoria, debe ser purificada, dividida en lingotes, de nuevo trabajada al fuego y forjada sobre el yunque.

Se pueden ver guerreros en las pinturas rupestres del Tassili, en el Sahara argelino, que datan de 5400 años a. de C. De la época en la que el Sahara era una zona fértil y sus pobladores vivían del pastoreo, las pinturas representan personajes defendiendo su ganado con arcos y flechas. Las representaciones en las que aparecen jinetes armados con jabalinas y escudos redondos, son del último milenio a. de C. Según el historiador griego Heródoto, eran garamantes, pueblo norteafricano que hablaba berebere.

Las terracotas de la curva del río Níger fabricadas en los siglos XIV y XV, representan jinetes protegidos con cascos, una aljaba en la espalda y una daga en el antebrazo. Otras representaciones escultóricas de esa época, nos muestran guerreros que portan amuletos que les protegen de los malos espíritus y les aseguran la victoria.

Las armas pueden ser de ataque o de defensa.

Las armas de ataque pueden ser de mano, como las espadas, los puñales y los cuchillos; de tiro, como los arcos de flechas y los cuchillos de lanzar; de palo acabado en punta de hierro, como las lanzas, las picas y las hachas; de choque, como las mazas.

Las armas de defensa son los escudos y las armaduras, reservadas a los altos dignatarios.

Por todo el continente africano se encuentran armas de mano de los más variados estilos. Por lo general, eran propiedad de los jefes de cada tribu, y solo ellos podían autorizar su uso a sus subordinados. El resto de la población sólo tenía derecho a herramientas y cuchillos para los trabajos agrícolas, y de arcos y flechas para cazar.

Antes de la batalla, las armas eran objeto de ritos y ceremonias en las que se les ofrecían sacrificios. A veces llevaban substancias mágicas o la talla de algún antepasado, que se ocupaba de proteger al guerrero. Algunas armas de combate han evolucionado estéticamente hasta convertirse en objetos de prestigio.

Punta de lanza Kuba, de la República Democrática del Congo

Antes de la introducción de la moneda por los colonizadores, los pagos se hacían con otros bienes, como ganado, piezas de tejido de algodón, perlas, conchas, sal, nuez de cola, y sobre todo metales. Entre estos últimos, el oro era el más valioso, y se utilizaba poco. El hierro era el metal más solicitado. En la República Democrática del Congo, antiguo Zaire, la continua utilización por parte de los Zande de un arma arrojadiza como moneda, tuvo como consecuencia que se fabricasen esos objetos para dedicarlos exclusivamente a moneda.

No se conservan muchas armas anteriores al siglo XIX. Los metales eran caros, de forma que cuando un arma estaba muy usada o se rompía, se fundía para aprovechar el hierro. A principios del siglo XX, las armas de fuego procedentes de Europa fueron sustituyendo a las tradicionales.

Los hábitos guerreros se mantienen ahora más como tradición que como necesidad. Los nuba viven en una remota región montañosa de la República del Sudán. Dos de sus grupos étnicos, los korongo y los mesakin, mantienen una tradición que se ha conservado generación tras generación durante siglos. Hasta que llegan a edad casadera, los muchachos sanos pasan la mitad del año en un campamento, donde aprenden el arte de la lucha cuerpo a cuerpo. Solamente visitan el hogar para conseguir provisiones, para ayudar a la recolección, o para tomar parte en combates de exhibición. El premio para el vencedor del combate es una ramita, símbolo equivalente a la corona de laurel griega.

6. ADIVINACIÓN, MAGIA, CURANDERISMO, BRUJERÍA, FETICHISMO Y VUDÚ

Adivinación consiste en predecir el futuro y descubrir cosas ocultas por medios sobrenaturales. La adivinación africana busca las causas de los problemas actuales en el pasado. La adivinación puede realizarse en privado o en público, y sobre una o varias personas. Los adivinos pueden ser los sacerdotes de las religiones tradicionales africanas.

El conocimiento de los métodos de adivinación pasa de padres a hijos, y se supone que no varía a lo largo de los siglos. No es un aspecto más de la cultura africana, sino uno de sus pilares, de la misma forma que lo es la justicia para nosotros.

Los rituales de adivinación varían de un sitio a otro. Incluso adivinos de la misma zona, pueden seguir métodos diferentes.

Objeto utilizado en ritos de adivinación Oráculo es lo que contesta el adivino durante sus rituales. Actúa como intérprete de lo sobrenatural. Percibe algunos aspectos de la realidad de otra forma, se supone que ve cosas que otros no vemos, como si estuviera en otra dimensión.

Kakishi El kakishi es un objeto que se utiliza en el oráculo por frotación. Permite establecer contacto con los antepasados a través del mbuki, nombre que recibe el adivino entre los luba, en la República Democrática del Congo. Además de los luba, otros muchos grupos étnicos lo utilizan. El adivino frota el kakishi con hojas aromáticas, e invoca al espíritu que quiere consultar. El adivino y la persona que le consulta se sientan juntos en una estera. Ponen el kakishi en medio, y lo agarran cada uno con un dedo. El adivino pregunta al antepasado, y el kakishi permanece inmóvil hasta que se le hace la pregunta correcta. Si el kakishi se mueve en la estera en sentido contrario a las agujas del reloj, la respuesta es positiva. Si el kakishi se mueve adelante y atrás, la respuesta es negativa.

Cuando han terminado de preguntar, razonan sus conclusiones en función de las respuestas que han recibido. Este proceso termina cuando ambos consideran que estar preparados para discutir el problema a la luz de las contestaciones dadas por el oráculo.

Adivino Lobi El adivino de los lobi, pueblo que vive al sur de Burkina Faso, noroeste de Costa de Marfil y norte de Ghana, recibe el nombre de buor. El buor puede utilizar diversas herramientas para adivinar. Puede utilizar un pequeño bastón toscamente tallado, que golpea contra el suelo. También puede arrojar al suelo un puñado de conchas, para luego analizar en qué posición han quedado. A veces sacrifica una gallina, y rocía las paredes con su sangre.

El buor custodia unas figuras llamadas batebas. Cada bateba es morada de un espíritu o de un antepasado.

La magia es el poder que tiene una persona para actuar de forma positiva y con ayuda sobrenatural sobre lo que le rodea. Se utiliza por ejemplo para conseguir una buena cosecha, para defenderse contra peligros, para curar a un enfermo, etc.

Al igual que la adivinación, la magia consiste en un conjunto de técnicas y conocimientos que se transmiten de una generación a otra. La principal diferencia es que cualquiera que posea los conocimientos adecuados puede ponerlos en práctica, sin necesidad de ser un mago al estilo europeo. En la mayor parte de las diferentes culturas africanas, el hijo de un adivino es adivino. Sin embargo, el hijo de un mago no tiene porqué serlo. Eso no impide que una persona pueda practicar la magia de forma especializada.

Los curanderos son los magos que poseen conocimientos de medicina tradicional.

Los mandé, grupo étnico originario de Mali, consideran que nyama es una especie de energía espiritual que está en todas partes. Los nyamakalaw son las personas que están al corriente de todo lo relacionado con nyama. No son sus maestros, ya que nyama no se somete. Pero pueden utilizar su influencia con nyama en beneficio de la comunidad. Los nyamakalaw emplean sus vidas en perfeccionar sus habilidades, y las transmiten de generación en generación. Pueden ser hechiceros, herreros, curtidores o bardos. Los occidentales que ven el resultado de su trabajo lo denominan simplemente arte, pero eso es un punto de vista muy limitado, la punta del iceberg.

Brujería es un conjunto de prácticas dañinas que ejercen determinadas personas de forma inconsciente. En algunas culturas africanas, se cree que los brujos y las brujas pueden liberar sus espíritus mientras duermen, materializarse en otra forma, y provocar daño.

Los fetiches no los hacen ni los artesanos, ni los herreros ni los tallistas, sino los magos y adivinos. Para los Lobi de Burkina Faso, mago, adivino y fetichero es lo mismo. Se utilizan como medio para alcanzar un determinado fin, con ayuda sobrenatural.

El fetiche tiene una parte material, que es la que vemos, y otra inmaterial, que es la que le infunde el hechicero con ayuda de sustancias cuya fórmula solo él conoce. El fetiche no tiene nada que ver con el amuleto, que se utiliza como protección y defensa contra el infortunio, apelando más que nada a la buena suerte.

El vudú es un conjunto de creencias religiosas y prácticas que utilizan el trance como medio de comunicación con sus deidades. El vudú fue llevado por esclavos yoruba de Benín a América. Actualmente, el país donde más se practica es Haití.

7. LOS INEXPLICABLES CONOCIMIENTOS DE LOS DOGÓN

Los dogón viven en la República de Mali, entorno a la falla de Bandiagara. La cultura de los dogón contiene uno de los enigmas más extraordinarios de la humanidad. Su mitología es rica y compleja. Sus leyendas incluyen conocimientos astronómicos que de ninguna forma pudieron haber obtenido por sí mismos, y que han sido descubiertos posteriormente por científicos occidentales. Describen la Luna como "seca y estéril", saben que el planeta Júpiter, al que llaman "Dana Tolo", tiene cuatro grandes satélites, conocen los anillos de Saturno, y ya sabían que los planetas describen órbitas elípticas alrededor del Sol, antes de que el infortunado Giordano Bruno ardiera en la hoguera por defender algo parecido el año 1600.

Además, dicen que el sol y la estrella Sirio, la más brillante del hemisferio sur, en una época muy lejana estaban unidas, y se separaron formando dos sistemas estelares diferentes.

Aseguran conocer la existencia de una estrella a la que llaman "Po Tolo", que orbita alrededor de Sirio. Esta estrella es en realidad Sirio B. Es imposible que el ojo humano pueda distinguir ambas estrellas, ya que no ofrecen al ojo humano más que un solo y potente foco de luz en el firmamento. Además, Sirio B tiene un tamaño que no llega al uno por ciento del tamaño del sol.

De acuerdo con la mitología dogón, "Po Tolo" da una vuelta alrededor de Sirio cada 50 años. Ese dato ha sido corroborado posteriormente por los astrónomos occidentales. Además, los dogón realizaron unos dibujos que coinciden con las órbitas de estrellas cercanas a Sirio, solamente visibles con potentes telescopios.

Lo más sorprendente de todo es que los dogón aseguran que todos sus conocimientos proceden de unos seres que llegaron a la Tierra procedentes de uno de esos planetas hacia el año 3000 a. de C., a los que denominan "Nummos". Los "Nummos" descendieron a la Tierra en un arca roja como el fuego, que se volvió blanca al aterrizar, provocando un gran estrépito y levantando una gigantesca nube de polvo.

8. LA RELIGIÓN

La mayoría de las religiones tradicionales africanas cree en la existencia de un dios creador que en el pasado vivió entre los hombres, a quienes abandonó en un momento dado. Además, existen en la naturaleza otros dioses o fuerzas espirituales que están en contacto con los hombres, y pueden influirles de forma positiva o negativa.

A diferencia de otras culturas, los africanos otorgan más importancia a sus antepasados que a esos dioses de la naturaleza. El antepasado puede actuar como intermediario entre los vivos y los dioses.

Representación de un ancestro Dogón

Para convertirse en antepasado después de morir, una persona debe llevar una vida digna, y tener descendencia. Cuantos más hijos tenga una persona, más venerada será. Una persona sin descendencia no puede convertirse en antepasado. Además, los ritos funerarios deben ser los apropiados.

Los vivos deben venerar a los antepasados. Si no lo hicieran, los antepasados podrían enfadarse y castigarles. El enfado de los antepasados se puede aplacar con oraciones, ofrendas y rituales.

Tchitcheri Moba de Togo

Los antepasados conservan algunas cualidades humanas. Por ejemplo, pueden comer y beber, por eso algunos africanos arrojan parte de la comida o la bebida que van a consumir al suelo. También pueden materializarse en objetos, en animales, plantas, personas, etc. Los reyes akan, de Ghana, tallan un taburete al ser coronados, y lo usan durante toda su vida. Cuando un rey akan muere, sus descendientes tiñen el taburete real de negro, y lo colocan junto a la urna que contiene sus restos. De alguna forma, el rey se materializa en su taburete después de muerto.

Los Yoruba celebran cada uno o dos años una fiesta llamada Egungun, palabra que podría traducirse como "los poderes ocultos", para honrar a sus antepasados. En estas fiestas participan hombres ataviados con máscaras que representan a los antepasados. La identidad del bailarín debe quedar en el anonimato, y por eso tapa todo su cuerpo con ropa. Las mujeres participan en los bailes rituales cantando poemas de alabanza al antepasado.

Los vivos pueden relacionarse con los antepasados en sueños y a través de adivinos. En las religiones tradicionales africanas hay personas especializadas en los asuntos religiosos, que hacen de intermediarios entre los vivos y los antepasados. A diferencia del Islam y del cristianismo, es habitual que estas personas se dediquen también a sus respectivas profesiones: agricultores, pastores, herreros, carniceros, etc.

Actualmente, el Islam y el cristianismo avanzan en África, sustituyendo creencias ancestrales. Según la leyenda, San Marcos llevó el cristianismo a Alejandría. El año 312, Constantino estableció al cristianismo como la religión oficial del imperio romano, incluidas sus áreas de influencia en África. Desde Egipto, el cristianismo se extendió hasta Etiopía, donde todavía hoy la iglesia copta sigue celebrando sus ritos.

A partir del siglo VII, los comerciantes árabes comenzaron a introducir el Islam en África. Los primeros misioneros cristianos europeos comenzaron a llegar al África subsahariana a partir del siglo XV.

A mediados del siglo XIX, surgieron en África nuevas religiones cristianas, que incluían elementos de creencias tradicionales. En el siglo XX, la proliferación de estas iglesias independientes de autoridades religiosas occidentales ha sido vertiginosa. Se estima que actualmente hay más de 7000 iglesias cristianas de este tipo.

9. EL ARTE AFRICANO

Generalizar sobre arte africano es tan fácil como ignorar su enorme diversidad. A mediados del siglo XX, el francés Henri Lhote estudió en la zona de Tassili, en el Sahara argelino, pinturas rupestres que datan de 5400 años a.C. En ellas aparecen representados animales que actualmente ya no existen en esa zona, como elefantes, jirafas, rinocerontes y búfalos. En esa época, el Sahara era una zona húmeda y fértil, habitada por el hombre y poblada por una gran variedad de especies animales. De todas las pinturas, la más desconcertante es una en la que se ve a una especie de buzo con su traje completo y escafandra con ranuras en su parte frontal, que da la impresión de levitar, atado a algo mediante un cable largo.

A este dibujo, de seis metros de altura, Henry Lhote lo llamó "el gran dios marciano".Por otra parte, también se han encontrado grabados y pinturas parecidas en África del Sur y en Tanzania. Hacia mediados del siglo XIX, los bosquimanos, que en esa época ocupaban todo el sur de África, todavía pintaban y grababan sobre las paredes rocosas de las cuevas donde vivían.

Aparte de la escultura egipcia, la más antigua que se conoce en África fue descubierta al norte de Nigeria, cerca de un poblado llamado Nok. Algunas terracotas datan del 1000 a.C., mientras que las últimas muestras conocidas se remontan al siglo IV d. C.

Entre los siglos X y XIII, los Sao del Chad esculpieron un gran número de terracotas de hasta 35 cm de altura para honrar a sus antepasados. Probablemente también tallaron figuras en madera, que ya han desaparecido.

Entre los siglos IX y XV, los Yoruba de Ife, una ciudad que al suroeste de Nigeria, realizaron unas hermosísimas figuras de bronce y terracota. Eran tan parecidas a las mediterráneas, que a principios del siglo XX el antropólogo alemán Leo Frobenius les atribuyó un origen etrusco.

En el siglo XIII, el grupo bini o edo del pueblo Yoruba, desarrolló en el reino de Benín una interesantísima cultura que perduró hasta el siglo XX. No hay que confundir el reino de Benín, en el suroeste de Nigeria, con la República de Benín, país que se encuentra al oeste de Nigeria. Fueron los Yoruba de Ife quienes enseñaron a los Yoruba del reino de Benín el arte de la fundición del bronce. Durante los siglos XIV y XV, realizaron unos estupendos retratos de cabezas en bronce de tamaño natural. De entre los siglos XV y XVII, destacan unas bellas placas también de bronce, en las que se representan escenas cortesanas.

Eso es lo más destacado de lo que conocemos hasta el siglo XVII. Luego, la producción artística en África comenzó a crecer de forma exponencial. El estudio del arte africano es bastante más complejo que el del arte europeo.

Para empezar, falta información. La mayor parte de lo que conocemos en África como obras de arte, en realidad son artículos fabricados expresamente para ser utilizados en rituales y ceremonias vedadas a los extranjeros. Si no conocemos para qué sirve ni lo que significa una talla o una máscara, difícilmente podremos apreciarla más que en su aspecto estético. Es la misma diferencia que hay entre escuchar una ópera de Mozart a través de unos auriculares en alemán sin conocer el idioma, a presenciarla en primera fila en la Scala de Milán sin perder ningún detalle.

Por otra parte cada grupo tiene sus peculiaridades y su estilo, que puede modificarse con el tiempo. Su estudio se ve obstaculizado por las condiciones físicas a las que se ven sometidas esas obras de arte en África. Son tan extremas, que se deterioran con facilidad. El calor y la humedad acaban destruyendo la madera.

El avance de las principales religiones monoteistas en África no ha favorecido la realización esculturas figurativas. La globalización y el consumismo han terminado por liquidar muchas costumbres ancestrales, sobre todo en las grandes ciudades.

Excelente reproducción de una terracota antigua El interés de muchos europeos por el arte africano sobre todo a partir de mediados del siglo XX, ha animado a muchos artesanos africanos a realizar esculturas y máscaras con la única finalidad de venderlas. Algunas son copiadas de libros en los que aparecen fotografías de piezas sacadas de África a partir del siglo XV, con o sin el consentimiento de sus propietarios. La calidad de las reproducciones depende de la habilidad del artista, algunas no tienen nada que ver con las originales. Otras incluso las superan estéticamente.

Tradicionalmente, la persona que hacía la figura para ser utilizada no era un artesano como los demás, sino un intermediario entre el mundo de los espíritus y el terrenal. Debía hacer de su obra un soporte digno para servir de morada terrenal a una determinada fuerza, con la responsabilidad que ello supone. Evidentemente, pondría en su obra todo su empeño y lo mejor de su talento. Además de tener una alta formación técnica tras muchos años de aprendizaje, debía someterse a un ritual purificador. Por ejemplo, entre los tchokwe de Angola, la persona encargada de tallar la máscara pwo ofrece un sacrificio al espíritu local antes de proceder a la tala del árbol cuya madera va a utilizar.

El artista debía respetar las tradiciones de su comunidad, y su libertad para innovar era limitada. Excepto casos aislados, no buscaba lo que en Occidente conocemos como belleza estética. Un vientre abultado que a simple vista pueda resultar grotesco, quizás sea una referencia a la fecundidad. Unos ojos hundidos pueden simbolizar la muerte, pero también la sabiduría. Una posición de rodillas puede simbolizar sumisión, pero también reposo.

El artista tradicional no utiliza instrumental sofisticado, sino que muchas veces aprovecha herramientas domésticas. Sujeta la madera con una mano, y con la otra maneja un simple hacha, un machete, o un cuchillo para trabajos más delicados. A veces utilizan un punzón al rojo vivo para practicar agujeros o realizar pirograbados. Finalmente puede pulirla, pintarla, o incluso añadirle elementos ajenos al bloque de madera, como chapas metálicas, clavos, conchas, cuentas de cristal, plumas, etc. Para evitar que se deteriore o sea atacada por insectos, a veces le aplica una capa a base de ácido silicio, barro, humo, savias vegetales, grasa, aceite de palma e incluso excrementos animales y sangre procedente de sacrificios.

En ocasiones, el resultado viene determinado por la técnica y los materiales utilizados. Los artistas africanos tradicionales utilizan todos los materiales naturales susceptibles de ser moldeados: madera, hierro, arcilla, marfil, bronce, latón, oro, plata, piedra y calabaza. La madera es el material más empleado.

En muchos sitios de África occidental, es el herrero quien realiza las tallas de madera, ya que por el dominio que ejerce sobre el fuego, se le atribuyen cualidades sobrenaturales. Trabajar con la madera de la misma forma que se hace con el hierro da como resultado formas rectas y angulosas.

A diferencia del trabajo con la madera, en el que la figura se obtiene quitando material a un tronco, utilizar barro supone añadir material poco a poco, hasta conseguir la forma deseada.

Durante los siglos XVI y XVII, los Yoruba de la costa de Nigeria realizaron hermosas tallas en marfil por encargo de los portugueses, aunque ese material se utilizaba principalmente para fabricar utensilios domésticos, amuletos y adornos.

La aparición de la metalurgia en África se remonta al siglo VI a.C., y a diferencia de otros continentes, se empezó a trabajar antes el hierro que el bronce. Para el modelado de las esculturas de bronce, se emplea el método de la cera perdida, retocándolas con el cincel o la lima. Los principales maestros del bronce son ashanti, de Ghana, que tuvieron su esplendor en el siglo XVIII, cuando Osei Tutu fundó la confederación ashanti, estableciendo la capital en Kumasi. El metal más preciado era el oro, que solo podía ser adquirido por la monarquía. El pueblo hacía sus trabajos en bronce y latón. La plata era utilizada en el Sahel, al sur del Sahara, para fabricar adornos personales.

La piedra siempre ha sido poco empleada. Los kissi de Guinea Conakry hacen estatuas pequeñas de piedra para representar a los espíritus.

La calabaza se utiliza únicamente para fabricar objetos de uso doméstico e instrumentos musicales.

El arte africano nunca ha sido estático, siempre ha evolucionado. El arte tradicional africano es anónimo desde el punto de vista occidental, por una parte como consecuencia de nuestra ignorancia, y por otra gracias a que el artista no buscaba fama ni reconocimiento social. El arte africano moderno comenzó su andadura a principios del siglo XX, con maestros como Abogoundé, Kamteu y Zlan. Actualmente destacan nombres como Twins Seven Seven y Ashira Olatunde, ambos de Nigeria, o Nicholas Mukomberanwa, de Zimbabue. Estos artistas, herederos de culturas milenarias cuyo concepto de la estética es diferente al occidental, dominan magistralmente técnicas modernas, y son capaces de crear unas obras de arte sorprendentes.

10. ESTATUAS Y MÁSCARAS

Las tallas africanas no son trozos de madera más o menos decorativos. No son obras de arte tal y como conocemos ese concepto en occidente, ni buscan la belleza estética. No están hechas expresamente para ser expuestas. Algunas, solo las ven unos pocos y selectos iniciados. Se utilizan en las ceremonias y ritos que celebran los momentos más importantes de la vida de los africanos: el nacimiento de un nuevo miembro en la comunidad, la muerte, la siembra, la cosecha, la iniciación de los jóvenes en la vida adulta, etc. En muchas culturas africanas tradicionales, se cree que las tallas, tanto máscaras como estatuas, son intermediarias entre los hombres y el mundo de los espíritus, o que incluso albergan seres sobrenaturales, dioses y ancestros. Por eso, en muchos sitios les hacen ofrendas y sacrificios.

Los dos puntos más importantes de la estatua son la cabeza y el ombligo. En la cabeza se concentra la energía espiritual, y el ombligo es el centro vital que une la madre con el hijo. El tallador tiene que purificarse antes de introducirse en el bosque, y elegir la madera que considere más apropiada, rogar al espíritu del árbol y proceder a la talla.

Talla Baulé, de Costa de Marfil

Las estatuas representan principalmente a antepasados, personajes de leyenda, divinidades y animales. Estatua y fetiche son diferentes conceptos, aunque en algunos casos puedan coincidir en la forma.

Las estatuas de los ancestros deben ser talladas con maestría y sumo cuidado en los detalles, ya que concentran la espiritualidad, la sabiduría y la tradición de toda la comunidad. Una vez talladas, deben ser consagradas mediante un rito especial, y emplazadas en un sitio sagrado, separadas de todo contacto con lo profano. En ocasiones y circunstancias muy señaladas, algunos pueblos pasean estas estatuas en procesión.

Las figuraciones de héroes de leyenda o auténticos son más propias de culturas cortesanas, en las que existen monarcas, nobles, funcionarios y militares.

Representación del pájaro Kalao, de la etnia Senufo, de Costa de Marfil Los animales se suelen representar de forma abstracta. A menudo simbolizan cualidades. El elefante, el león, la pantera, y el hipopótamo pueden significar poder y fuerza. El búfalo, el caballo y el antílope la bravura. La serpiente, la agilidad. El buitre la voracidad, y el mono la hilaridad. En grupos étnicos diferentes, los animales pueden tener significados distintos. A veces se relaciona al ancestro con un animal determinado, que le protegió en vida, o en cual pudo haberse reencarnado. Las divinidades también pueden adoptar forma de animales. Los baulé asocian al mono con Gbekre, que es el juez de las almas.

A diferencia de las esculturas, las máscaras están pensadas para verse en movimiento. La persona que talla una máscara, no sabe si ha hecho un buen trabajo hasta que la ve en el momento del baile. El que la porta debe vestirse, bailar y comportarse de una forma determinada. En estos rituales, la música tiene gran importancia, y contribuye al éxtasis que provoca la presencia de la fuerza espiritual en esa máscara. Determinadas máscaras también pueden utilizarse en espectáculos lúdicos, para entretener y divertir.

Máscara utilizada en rito de iniciación Senufo, en Costa de Marfil

En los ritos de iniciación Senufo, cada miembro varón del poblado debe efectuar una serie de ceremonias con máscaras para ser admitido en la comunidad con pleno derecho.

En los ritos funerarios, la máscara capta la fuerza vital que se escapa de un ser cuando muere. La máscara controla esa energía, evita que dañe a nadie y la distribuye en beneficio de la colectividad. Durante el baile, la máscara protege al que la porta, y le convierte durante ese momento en otro ser. El portador de la máscara debe ir vestido de forma que no se le reconozca. Se considera máscara también al vestido, aunque lo más importante es la cabeza, donde reside la fuerza vital.

Máscara Dan, de Costa de Marfil

Cada grupo étnico utiliza muchos tipos diferentes de máscaras. Una misma máscara puede ser utilizada para fines diferentes. Las máscaras que representan antepasados, suelen ser serenas y apacibles. Las máscaras que utilizan ciertas sociedades secretas para ritos de magia, pueden tener apariencia terrorífica. Otras son burlescas o festivas, si quieren hacer reír.

El material más empleado para la fabricación de la máscara es la madera. Sin embargo, también podemos encontrarlas de latón, de bronce, de tela, etc. Incluso una máscara puede ser hecha con varios materiales.

11. LA INFLUENCIA DEL ARTE TRADICIONAL AFRICANO EN OCCIDENTE

Durante los siglos XVI y XVII, los portugueses encargaron tallas de marfil a los yoruba de Nigeria, y las trajeron a Europa. Durante el siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, los pocos expedicionarios y comerciantes europeos que se aventuraron por África subsahariana se trajeron a Europa algunos objetos, que consideraron curiosidades y rarezas. Durante todo este tiempo, desgraciadamente pocos europeos se interesaron por las culturas africanas, y menos aún por su arte. La primera ilustración de algo que se parece a una máscara africana está en un relato que escribió el ingeniero francés François Froger en 1698. El holandés Olfert Dapper escribió en 1668 sobre las placas de bronce de Benin. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la presencia de colonos en África comenzó a crecer con la ayuda de los estados europeos. Su interés era básicamente económico, aunque también se llevaron todos los objetos que pudieron, con o sin el consentimiento de sus propietarios. Esas piezas acabaron principalmente en colecciones privadas de personas consideradas en la época como excéntricos, y en los fondos de los museos de etnología de Europa como "curiosidades", sin referencia alguna a su lugar de origen, etnia, significado o utilización.

A finales del siglo XIX, la próspera burguesía europea y americana consumidora de arte comenzó a cansarse de los modelos saturados y repetitivos de los impresionistas. Tanto compradores como artistas querían algo nuevo. En 1891, Paul Gauguin se marchó a Tahití para buscar fuentes de inspiración, y solo regresó a Europa en contadas ocasiones. Algunos artistas como Van Gohg se arriesgaron demasiado, y realizaron obras que sus contemporáneos no apreciaron. Actualmente se las puede ver en subastas batiendo record de ventas.

El impresionista Paul Cezanne encontró en el arte africano lo que aseguró haber estado buscando durante años. Suya es la frase: "La simplicidad geométrica es el arte africano". Como él, otros muchos se sintieron sorprendidos por la capacidad de los africanos para representar lo que querían con el mínimo de rasgos posibles.

A principios del siglo XX, los artistas europeos se empezaron a interesar por el arte africano desde el punto de vista puramente estético, sin darle demasiada importancia a su enorme variedad, su significado y su función. Los primeros fueron Henri Matisse y los fauvistas, corriente especialmente interesada por el color. Resulta paradójico, ya que el color en el arte africano no es lo más importante.

Los museos europeos comenzaron a mostrar al público sus tesoros exóticos. En 1906, una exposición de arte africano en el museo de etnología de Londres cautivó a André Derain.

Modigliani, interesado sobre todo en la figura humana, encontró en las máscaras alargadas de las etnias baulé, ibo y fang, una excepcional fuente de inspiración.

Georges Braque decía que las máscaras africanas le habían abierto un nuevo horizonte. Al acentuar los aspectos formales y estructurales sin limitarse a la imitación material, los africanos dominaban el arte abstracto mucho antes de que los europeos hubieran podido imaginarlo.

Pablo Picasso supo aprovechar mejor que nadie toda la carga emocional que el arte africano ofrecía. Empezó a representar la figura humana de una forma cada vez más geométrica por medio de atrevidos planos y ángulos, logrando la misma sensación de fuerza y potencia que se desprende de las tallas y máscaras africanas. A continuación comenzó a distorsionar los elementos que constituyen la figura, de la misma forma que los tallistas africanos venían haciendo desde tiempos inmemoriales.

Pocos artistas europeos de principios de siglo viajaron a África, con lo cual se perdieron muchas de las facetas del arte africano. Podría decirse que vieron solo la punta del iceberg. Quizás solo lo que les interesaba. Si una de las facetas del arte africano les llenó tanto, ¿qué no podría colmar el conocimiento de todas? Eso es lo que debió pensar el pintor mallorquín Miquel Barceló cuando decidió viajar regularmente a Mali.

Los europeos de principios del siglo XX llamaron al arte africano "arte primitivo", ya que consideraban que era arte, y estaba hecho por personas primitivas. Actualmente hay muchas personas que no están de acuerdo con esa denominación. El africano que talla una máscara o una escultura ritual, no considera que esté realizando una obra de arte. Tal y como conocemos ese término en occidente, arte es la expresión de un punto de vista personal y desinteresado. Pero el tallista africano no expresa una visión personal, sino de la comunidad a la que pertenece, sin apenas margen para la improvisación ni a la imaginación. Su trabajo tampoco es desinteresado, ya que persigue un fin determinado. De todas formas y a falta de otro mejor, seguimos empleando el término arte.

Por otra parte, el hecho de que el desarrollo tecnológico y económico de los africanos a principios del siglo XX fuera muy inferior al de los europeos, no significa necesariamente que su arte sea primitivo. La tecnología y la economía no tienen porqué estar en relación con el talento artístico. Van Gohg fue pobre toda su vida, y no era experto en matemáticas.

Tampoco puede decirse que el arte tradicional africano sea primitivo en el sentido de "atrasado", ya que no hay indicios de que el arte europeo en sus inicios fuera como el africano. Si bien es verdad que a mediados del siglo XIX los bosquimanos todavía pintaban y grababan sobre las paredes rocosas de las cuevas donde vivían, durante la década de los ochenta los graffiti llenaban kilómetros de paredes y vagones de metro en Nueva York. Actualmente, algunas galerías de arte los venden por precios astronómicos.

Fotos, texto y archivo de sonido © José Francisco Ortega Viota.
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